Herido estoy, no hay duda.
Y de esta herida mortal,
todo lo diera por contemplar
tu fantástica hermosura.
Tu imagen es como lira
que inspira mi corazón,
le hace perder la razón
a mi agonizante vida.
Son tan verdes tus pupilas
como cuentas de esmeraldas,
que se han robado la calma
que habita en el alma mía.
Hoy que me encuentro en la cima
de ésta, la eterna montaña,
¡bríndame un poco de calma
en tu bandeja de amor!
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