Signario de Amor

Mujer de cuerpo cincelado de una beldad pura.

Ebrio querubín de la paz enamorada,

engastada su alma en dulce armonía.

Lo remoto de su alma se mece en un temblor cantarino

que afina la entrega de su amor,

dando su llamada a una puerta de amor en el olvido.

Y allí, abriendo el cofre de su alma,

me entregó todo su amor que era su único tesoro.

Ella me da consuelo, sangre fresca de esperanza

y la paz que cancela mi cruz.

La onda de su amor tañe en la campana rota de mi vida.


El silencio se adelgaza en frágiles arquitecturas de armonía

en un mundo recién nacido con sus auroras inéditas.

Me extasío en euritmia de besos y caricias,

dejándome incólume, plateado de ensoñación y gozo,

en la fiesta angélica de su hermosura;

que con el ritmo virgen de la alondra en la espesura

va regalándome una boda eufónica de caricias y ternuras.



Nota: Bolín está consciente de que su primer poemario, Aura de Angustia, recoge las tempranas lluvias de abril en su seno y hoy les presenta una muestra de su libro en preparación, Gotero de Emociones y Saudades, con el cual ha deletreado el silencio que devuelve la luna a su lugar. Una vez más, agradecemos el privilegio de su lectura, tanto Cisne como su discípula.

Amor

Amor...

Fuerza ignota,

luz eterna y milagrosa,

que ilumina con sus rayos el idilio

de dos seres que se aman con el alma enardecida.

Amor...

Sereno canto de alondra,

melodía misteriosa,

anima mi alma de poeta

hoy que la vida se me torna triste.

Amor...

Rumor de aura

céfiro de aurora,

roba silencio de mi pecho

la tristeza de mi alma confundida.

Así te recuerdo

6 de marzo - Aguada


Poema en la noche vírgen,

que la luna pinta

de blanco perlado sus páginas.


Ninfa, de pasiones trémulas,

desmayada en la alcoba de mi alma.


Mansa abeja del deseo

que va libando amores

en la flor de la inocencia.


Santuario de paz y de amor

hacia donde emigran mis ansias.


Ojos de castos velos

que herirme suelen cuando tu mirar arrías.


Esencia, eres, de todas las flores

en el prado verde de mi esperanza.


Iris de magna belleza

surgiendo de espumosa cascada

para ornar el arco de mi existencia.

Asi Eres

2 de abril de 1984

Aguada



Eres...

Dulce tormento

en la crisis amorosa

de una noche.



Eres...

Calor acariciante y misterioso

que enerva mi carne

cuando tu imágen evoco.



Eres...

En las noches sin estrellas

constelación en reposo.



Eres...

En mis noches de súplica

la fragancia que perfuma la oración.



Eres...

¡oh amada mujer! ... Eres mi diosa,

mi religión.



Eres...

Diana tras la bruma de inocencia,

que hace su desnuda presencia,

en mis noches de desvelo,

temblorosa de emoción.



Eres...

Cristalina fontana

donde siempre baño mis deseos,

en la hora tibia,

a modo de redención.



Eres...

La nueva aurora

en mi mundo de dolor.



Eres...

Mujer hecha de seda,

alabastro y coral.



Eres...

La última rosa

en mi jardín de esperanza.



Eres...

Hoguera de deseos

donde encendí mi pasión.



Eres...

Alondra en arrullo

que adormece los sueños

de mi ansiedad última.



Eres...

Presencia ajena

que se anuda a mi dolor

trenzada en hilos de angustia.



Eres...

Más allá de todo,

mi anhelo, mi destino,

mi costumbre infinita.

¡Así eres, mujer bendíta!

Dulce Anhelo

Mujer dotada de la gracia divina,

cual flor de un milagro, así eres, singular.

Son tus ojos la luz que me ilumina

y es tu voz una cántiga sin par.



Dulce anhelo de mis primeras canas,

pálidas angustias de mi último sueño.

Eso tú eres, costumbre amada,

pasión sin límites en mis ensueños.



Ansias de mi íntimo secreto,

rosa temprana de mi otoñal elegía;

dejame aprisionar tu alma lejana

en el áureo cendal de mi fantasía.

A Tus Ojos

14 de febrero de 1984

Aguada


¡Tus ojos!...

Ojos tristes que sobre mis pecados

tienden un velo enlutado de perdón.


Cristal de silencio

que el rocío de tu alma

cubre de niebla

cuando a herírte alcanzan.


Ojos de ausencia.

Por ellos mi alma huye

cuando pierde la esperanza.


Ojos de mármol transparente,

donde mis ansias anidan

y mis anhelos mueren.


Ojos de soledad.

Trenzados en tus pupilas

hay un collar de angustias.


Ojos profundos.

Tranquilo mar de pasiones

donde mis deseos anclan.


Ojos de nocturna mirada,

de furia triste;

aún arde en mis entrañas

la llama que encendíste.


Ojos poblados de nostalgia

como la lejanía;

universo en que a un tiempo

raya el alba y oscurece.


Ojos imborrables, de tristeza ingenua,

que me cuentan tus penas

sin develar su misterio.


¡Ojos de angustia!...

Rasga el velo de tu silencio,

para que de tu mirada emerja

tu ansiedad última.


¡Costumbre mía!

De tu mirar como ausente,

quita el cendal que le envuelve

para que mis ojos te digan,

¡cuánto te amado siempre!

Tus Ojos

De la vertiente de tus ojos tristes

brota un mirar como de duelo;

mirar que me tiene eternamente

en risario de súplicas al Cielo.



Oreo de quietud que a mi alma toca,

despertando mis ansias, mis deseos;

una quietud que en su eterno solfeo,

un mar de quejas en mi alma agita.



Apacible silencio, de este mirar yerto,

dime, ¿qué secreto oculta tu pupila?

Dile que su manso mirar me resta vida

y embriagada de inquietud mi estro.



Ese silencio suyo, como si hubiera muerto,

da vigor a mi alma, que su voz ya no alcanza;

ahogando los lamentos, la pasión que devora,

de quien te ama en silencio y entre sueños te adora.