Mujer dotada de la gracia divina,
cual flor de un milagro, así eres, singular.
Son tus ojos la luz que me ilumina
y es tu voz una cántiga sin par.
Dulce anhelo de mis primeras canas,
pálidas angustias de mi último sueño.
Eso tú eres, costumbre amada,
pasión sin límites en mis ensueños.
Ansias de mi íntimo secreto,
rosa temprana de mi otoñal elegía;
dejame aprisionar tu alma lejana
en el áureo cendal de mi fantasía.
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