Confesión

Señor, no puedo más, te lo confieso,
ella es muy bella como un dulce antojo;
y a mi vida que es un simple despojo,
curó la herida de un pasado avieso.

Señor, es cual juguete divino,
vértigo que ha tronchado mi quimera;
podrás prohibirme que la mime,
¡mas no pretendas que no la quiera!

Podrás negarle a mis sentidos
el don que heredaron de Eva y Adán,
pero aún no conseguirás que la olvide,
¡pues mis recuerdos se revelarán!

No hay comentarios:

Publicar un comentario