Díme, Señor

14 de febrero de 1984
Aguada


Aunque ya no estás, todavía te quiero
con inmensa pasión, como a una diosa.
Tú eres la mujer que yo venero
a quien dí la vida gota a gota.

A ti entregué todo mi amor,
hoguera de pasión que ardía en mi boca;
hoy te marchaste dejándome el dolor
y tu recuerdo que mi alma evoca.

Dí, Señor, ¿por qué será que la quiero
y sólo a ella como mujer prefiero
cuando al cielo elevo una plegaria?

La he de querer, con dulce calma,
porque en su cuerpo veo la gracia;
¡dulce jacinto en el agua de mi alma!

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