Diosa de ébano, alegre y cadenciosa,
que has robado sosiego al alma mía,
yo he pretendido robar tu alegría
para llenarme de tí, diva preciosa.
Eres como la llama, inspiras fuego
y eres tan dulce y arrebatadora,
que a mi alma tristemente deplora
el vivir sin tí. ¡Ay, dulce desvelo!
Y porque eres así tan hermosa
que has despertado celos en las rosas
con tu gracia sutil, provocativa,
te seguiré añorando, primorosa,
pues eres y serás mi eterna diosa
y por siempre serás la preferida.
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