Flor exquisita que se marchita
en los confines de su jardín,
así tu eres mi pequeñita,
muñeca mustia cual querubín.
Tú me calcinas con tus encantos
y mis quebrantos has de encender;
si yo pudiera cual primavera
tus ojos tristes reverdecer.
Ay... cuánta angustia habita en el alma
de este ilota de tu amor;
déme, mi vida, si en lontananza
hay paz eterna a este clamor.
Que hoy yo sufra tu indeferencia,
que tus encantos sean mi dolor;
no importa vida, tú ten paciencia,
que en mi recuerdo no habrá rencor.
Que bonito !
ResponderEliminarLa nostalgia crece en tu poesía.
ResponderEliminarPreciosa y profunda.
Me gusta mucho
besitos
Gracias a ambas por reflejar al cisne con su cristalina mirada. Bolín es ciertamente un ser muy especial y les envía su gratitud y parabienes.
ResponderEliminarMis primeros pasos por tu blog.. y ya me quedo siguiéndote y enlazando tu blog al mio de poemas para poder regresar con mas frecuencia..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos..
El título que le puso al poema no pudo ser más acertado.
ResponderEliminarBs.
Adolfo e Igna, les agradezco su mirada ígnea, crisálida en que rejuvenecen las horas y de parte de Bolín y de esta servidora, reciban un fuerte abrazo.
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